lunes, 7 de abril de 2014

“El pasado se ha ido, el presente es fugaz y el futuro se encuentra en el dominio de la esperanza. Abdúl-Bahá
Las atrocidades que han sido infringidas a lo largo de la historia y de manera ascendente, ya sean de origen ambiental, inequidades sociales, guerras devastadoras o avasallamientos culturales y psicológicos, pero siempre actos impunes de tiranía y opresión, nos han dejado, como ya sabemos, un mundo desmembrado y agonizante.
El modelo originado en el individualismo despótico no da ninguna tregua a los valores y virtudes universalistas, y atraviesa todos los grupos humanos, sin que quede nadie exento.
Parecería que la humanidad entera es hoy ciudadana de unas inmensas Sodoma y Gomorra.
La puesta en marcha de dinámicas maquiavélicas para quedarse con la última porción de la torta, o más precisamente con los últimos barriles de petróleo y yacimientos de carbón han dejado, como un enorme tatuaje, una huella ecológica profunda e imborrable en el cuerpo del globo terráqueo.
¿Culpables? ¿Responsables? En distintas medidas, todos.
El presente es fugaz  y no es suficiente para permitir un giro rotundo en el retorno hacia la homeostasis. Tampoco podemos perder nuestro tiempo añorando aquellas eras supuestamente ideales, que ya se perdieron por siempre. El agua, fuente de vida, se agota. El aire está contaminado, los bosques quemados, las especies en extinción. Y somos muchos los que nos dejamos caer junto al cuerpo moribundo de la tierra, desgarrando nuestras vestiduras, pero sin hacer nada más.
El hoy sirve para darnos cuenta de una vez  que en un cuerpo doliente sólo tratar de paliar los síntomas tiene consecuencias negativas. Como el narcótico que calma el dolor pero no cura es insuficiente, el dolor retorna luego con mayor fuerza. Es el momento de ir al origen de la infección y quitarla de raíz. Y empezar de nuevo.
Para la construcción de un futuro esperado y anhelado por todos, tendremos que cambiar nuestros esquemas mentales. El presente es fugaz, por lo que hay que tomar la decisión ya, ahora mismo.  No hay tiempo que perder.
Estamos transitando el punto de inflexión y como tal, transcurre en un instante. El trayecto total está constituido por continuos puntos entrelazados. Nuestro hoy es ese punto final y también comienzo nuevo. Es punto primordial, y fundamental para trazar una trayectoria inédita, indeleble, memorable para las generaciones futuras.
Es un soplo cuyos efectos perdurarán en el destino de la Tierra y todos sus habitantes. Cambiemos nuestra percepción de la realidad borrando todo vicio del ego. Miremos el mundo desde una perspectiva holística en dónde se refleja la parte en el todo y el todo en la parte.
Las organizaciones al servicio de la humanidad deben tener una mirada perspicaz para acercar esa visión compleja e integradora a sus comunidades, y rápidamente unir sus fuerzas en una vasta comunidad mundial, para juntos transitar este presente fugaz y a la vez estratégico, trazando el camino innovador para la construcción de un futuro en el domino de la esperanza de la humanidad.
Como dice Abdúl-Bahá: el pasado se ha ido, y el presente es efímero, por eso en él, rápida y decididamente, nuestras acciones deberán dirigirse hacia el dominio de nuestra esperanza, un futuro socioambientalmente equitativo, y trascendental.

por Haleh Maniei


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