sábado, 5 de abril de 2014

"La Disminución del consumo como factor sinérgico en la revisión de la crisis ambiental"


por Lucio Capalbo
Libro: Expresión Social de la Conciencia Planetaria
Ediciones CICCUS

2. Los factores antrópicos del deterioro ambiental
El impacto ambiental negativo global (IA(-)) de origen antrópico, puede ser considerado como producto de la población humana, por el consumo promedio per cápita, por un factor vinculado a las tecnologías bajo las cuales se producen y consumen los diversos bienes y servicios.
Adicionalmente puede agregarse un factor de concentración, que refleja el hecho que, a igualdad de los tres factores anteriores, el impacto será mayor cuanto más concentrada sea la fuente. Dicho de otro modo, una generación de impacto distribuida, será mas fácilmente asimilable por el ecosistema planetario.
IA (-) = P x C x Ft x Fc
Donde P es la población mundial, C el consumo per cápita medio, Ft el factor tecnología, y Fc el
factor de concentración.
El factor población P sido considerado por mucho tiempo, desde una perspectiva malthusiana, el más preocupante. Es sin embargo acotable y comparativamente poco gravitante en comparación con C y con Ft.
Tomando en cuenta que la proyección media para el crecimiento de la población mundial prevé la estabilización de la misma en torno al doble de la cifra actual, se entiende que bastaría con disminuir el producto C x Ft a la mitad, para mantener IA(-) dentro del valor actual.
Las perspectivas que presentan la problemática ambiental como producto del rápido crecimiento poblacional de los países del “sur” (10) y en particular de la pobreza, resultan mucho más verosímilmente fruto del temor –con cierto dejo xenófobo- de ciertos sectores del “norte” a perder sus prebendas a causa de una masa indigente invasora, que de la racionalidad.
Basta para entender esto que, si bien nueve de cada diez niños nacen hoy en el “sur”, el niño que nace en el “norte” estará destinado a consumir y contaminar como veintisiete niños-sur, es decir, el triple que los nueve en conjunto.
Diversos indicadores muestran que el problema ambiental se ha propagado mucho más por la intensificación del consumo que por el aumento poblacional. Ejemplo de ello es el dato para la generación de basura en la Ciudad de Buenos Aires y alrededores, que desde 1978 se ha incrementado en un 168 % mientras que la población solo lo hizo en un 35 %. (11)
El factor tecnología Ft es con mucho el que más ha ocupado el discurso de los especialistas, en su intento por paliar la crisis, y el presente curso no ha sido la excepción.
Vamos a examinar su potencial de reducción desde una perspectiva teórica, es decir, exclusivamente técnica, par ver luego cual es su horizonte en el contexto socio-económico real propuesto por el modelo hegemónico.
Prácticamente todas las actividades humanas tangibles que son necesarias para un propósito noble de nuestra existencia colectiva, pueden ser realizadas mediante el uso de Tecnologías Apropiadas (TA).
Se entiende aquí por TA, toda aquella tecnología que aplicada en algún punto del proceso de producción, distribución, consumo o desecho de los diversos bienes y servicios, permita lograr igual prestación o uso final, con menor impacto ambiental negativo.
El diseño del hábitat y la planificación del espacio tanto rural como urbano pueden organizarse en modo compatibles con el equilibrio ecosistémico.
La vivienda, mediante normas de construcción sana, el uso de materiales de construcción autóctonos y adecuados a la climatología local, y la arquitectura bioambiental (12), puede convertirse en un lugar no sólo saludable para la vida sino armónico con el ecosistema circundante y energéticamente eficiente.
La agricultura puede tornarse sustentable y retroalimentativa para con la diversidad biológica, eliminando el uso de agroquímicos y promoviendo en su reemplazo el policultivo y la producción orgánica.
El vegetarianismo como modalidad alimentaria, mas allá del impacto directo en beneficio de la salud humana sostenido por sus defensores, es, desde una perspectiva ecológica, un modo más adecuado para el aprovechamiento del terreno, puesto que es demostrable que las calorías que llegan a las mesas producidas por unidad de superficie cultivada con vegetales para consumo humano, son unas diez veces más que las que llegan en la carne procedente de igual superficie
destinada a alimentar ganado
.
El transporte puede ser completamente rediseñado, -Curitiba es un ejemplo de ello- (13).
La sustitución de las formas de locomoción más contaminantes -como los motores de combustiónpor aquellas que lo son menos -como el transporte eléctrico, siempre y cuando dicha electricidad no haya sido originada a su vez por combustión de hidrocarburos-, la promoción de transportes públicos que desplacen a los automóviles subocupados o el fomento de la bicicleta en ciudades descongestionadas y seguras, son algunas de las alternativas disponibles.
Desde el punto de vista de la producción y el consumo de energía, las posibilidades son inmensas: por un lado, las medidas de eficiencia energética permiten obtener iguales servicios con un consumo mucho menor de energía, mediante artefactos más eficientes como luces compactas, heladeras de bajo consumo, máquinas y equipos de alto rendimiento. Por otro lado, estas medidas de eficiencia se complementan con el desarrollo y aplicación de las energías limpias y renovables en la generación: aplicaciones térmicas y fotovoltaicas de la energía solar, generación eléctrica
eólica, energía microhidráulica y mareomotriz, el biogás sustituyendo el gas de yacimiento, y otras tecnologías con diverso grado de desarrollo, sin olvidar el inmenso potencial del hidrógeno como combustible, todas ellas permitiendo sustituir un modelo energético centrado en hidrocarburos escasos y contaminantes, en las peligrosísimas centrales nucleares o en las ambientalmente perturbadoras megacentrales hidroeléctricas.
La minimización de residuos, su reutilización y reciclado son importantes, o la fabricación de objetos con criterios ambientales, es decir, revirtiendo el criterio economicista vigente de producir para una vida útil que maximice la ganancia del productor en función de un rápido ciclado de descarte y reposición del producto, por otra que sea el menor impacto ambiental para igual prestación, son poderosos recursos tecnológicos.
Del mismo modo, el ecoetiquetado y las certificaciones ambientales (14) como la evaluación de impacto ambiental de procesos industriales y el tratamiento de corrientes residuales (15), influyen en igual dirección.
¿Cuál es el potencial concreto de disminución de IA (-) a través de la disminución de Ft?
Consideremos, como ejemplo, el problema energético. Una vivienda bioclimáticamente eficiente podría proveer el mismo nivel de confort de una convencional, con sólo el 25 % del consumo energético.
Los artefactos de iluminación de bajo consumo, permiten el mismo resultado lumínico que los normales, con un 20 % del consumo de estos últimos.
Una heladera eficiente consume de 1/3 a 1/5 de una común.
Sólo la eficiencia energética, aplicada en todos los casos, lograría reducir el consumo de energía de la humanidad a alrededor de una cuarta parte.
Si, a su vez, esa cuarta parte se produjera con Energías Limpias y Renovables, en materia energética el impacto ambiental negativo se reduciría a una fracción de un orden diez veces menor, como mínimo, con respecto a su grado actual.
En los restantes campos, la aplicación de TA puede permitir reducciones de un orden comparable, con lo que pueden contribuir notablemente a la reducción del Ft, sin considerar que algunas tecnologías son coadyuvantes al fortalecimiento ecosistémico, y pueden inclusive contribuir a cambiar el signo de Ft, tornándolo positivo.
Pero decíamos antes que las TA tienen un enorme potencial, considerando exclusivamente su disponibilidad técnica y omitiendo factores ligados a la lógica y operatoria del modelo hegemónico de corte consumista.
Este modelo dominante tiende a concentrar los medios económicos y de producción en cada vez menos manos, con el fomento de “megaobras”, tales como los gigantescos polos industriales, las faraónicas centrales energéticas (16), las hidrovías, las inmensas extensiones monocultivadas de agricultura extractiva y mecanizada o las factorías flotantes transnacionales propias de la globalización.
Esta lógica no se detiene en las fronteras planetarias, y ya la NASA estudia la posibilidad de depredar Marte, previo lanzamiento de algunas bombas de hidrógeno para calentar convenientemente su superficie.
Dentro de este modelo produccionista-consumista, las TA sólo pueden incorporarse, al lento ritmo de la legislación ambiental y al lentísimo de su reglamentación y cumplimiento, como medidas paliativas y secundarias, y coexistir en espacios periféricos o intersticiales del modelo, pero encuentran poderosos frenos para ocupar posiciones centrales dentro de aquel.
La generación eólica o solar pueden solucionar la producción eléctrica, pero su penetración en el modelo energético no supera, salvo excepciones, algunos milésimos del total (17), la agricultura orgánica hoy representa tal vez un milésimo de la producción total (18), las ciudades que mas reciclan, solo lo hacen en un 20 % (19).
Esta dificultad de las TA para abrirse camino no marginal dentro del modelo se debe a una compleja constelación causal, dentro de la que destacaremos dos causas principales:
a) La centralización. Fritz Schumacher, difusor y acuñador del concepto de TA (20) decía que estas tecnologías requieren de producción con materias primas locales, mediante tecnologías livianas, cuasi-artesanales, en pequeños ámbitos comunitarios, de “rostro humano” y para consumo local. Las TA podrían adquirir difusión universal en tanto y
cuanto la población, los medios de producción y los económicos se descentralizaran, se diversificaran. Las TA son compatibles con pequeñas poblaciones y emprendimientos de pequeña escala.
Miles de pequeñas aldeas pueden ser alimentadas cada una con un generador solar comunitario un generador eólico o un biodigestor, y pueden recibir sus vegetales de huertas orgánicas, pero es mucho más difícil (y hasta tecnológicamente imposible) que Buenos Aires y sus alrededores, por no citar México o San Pablo, sean techadas de paneles solares.
b) El consumismo. Hay profundos intereses de los sectores promotores de las tecnologías convencionales, para que mantengan su dominio en el mercado, tales como la propagación de equívocos y errores al respecto de las limitaciones de las mismas, los lobbies para evitar su promoción y difusión, o el control de las propias tecnologías para mantener su precio elevado (21).
La promoción del consumismo, a su vez, a través de la publicidad y los mecanismos del mercado, atenta contra las TA, que son mucho más compatibles con consumos frugales y moderados.
Ambas causas a su vez se vinculan a través del problema de la economía de escala. Se alega a veces que las TA son caras. Lo son, dentro del modelo, escala y lógica del modelo centralizado, pero serían económicamente compatibles dentro de un modelo no consumista y descentralizado.
Vemos así que la reducción del Ft depende, en gran parte, de una reducción del Fd, y también del consumo C.
A su vez, puede fundamentarse que el Factor de Concentración Fc está fuertemente ligado al consumo C, ya que es el consumismo de las clases medias y altas, y el requerimiento de mano de obra barata por parte de los productores lo que ha forzado la concentración urbana en las megalópolis contemporáneas, y los procesos migratorios del campo a la ciudad.
Puede plantearse entonces el siguiente esquema relacional:
C
Fc
Ft
Obviamente las relaciones causales entre los tres factores son bidireccionales, pero las flechas muestran la dirección predominante.
Así, el consumo aparece como el factor clave en la generación de impacto ambiental negativo, no sólo por su impacto directo, si no por sostener los otros factores, fuertemente dependientes del mismo.
La “ecuación”: IA(-) = P x C x Ft x Fd puede modificarse a:
IA(-) = P x C x Ft (C, Fd) x Fd (C) = P x C x Ft (C, Fd (C)) x Fd (C)
O sea que finalmente IA (-) es por sobre todo una función de la población y del consumo, siendo este último el verdadero factor sinérgico.
Resulta claro desde esta perspectiva, que una intervención profunda a nivel de dinámicas generativas, exige una renuncia al consumismo, tanto desde los sectores actualmente dominantes, que en su afán de lucro y poder procuran centralizar cada vez más los recursos económicos, como desde el punto de vista de la sociedad en general, que debe progresivamente abandonar su ansia de concentrarse en los grandes centros de consumo intensivo llamados ciudades, y aceptar un estilo de vida más austero en el plano material, aunque mucho más rico en sus otros aspectos.
Coincidiendo con Lester Brown, parecería que sólo la superación del materialismo como propósito de la existencia humana, puede llevar a la solución de la crisis ambiental (22).