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Nos preguntamos: ¿en qué consiste todo este barullo de crisis financiera, corrupción política, maratón delictiva, farandulismo pegajoso, idolatría deportiva, inflación recurrente, tarifas desbocadas y tantas otras complicaciones cotidianas?
Somos arreados como ganado en torno de situaciones traumáticas que capturan nuestra energía y paralizan nuestra imaginación. La cloaca televisiva emana pestilencia sin cesar. Los "opinadores públicos" emiten sus graznidos sin parar, incidiendo más y más en la confusión general. Un limbo espectacular domina el panorama y la multitud corre de un lado a otro, sin llegar a parte alguna.
Lo peor es que a la mayoría de la gente este declive social le gusta mucho: se sienten "en acción", y no paran de maldecir a los presuntos culpables de su desgracia.
Un viscoso veneno masivo se va apoderando de los días, cancelando la comunicación real y cada cual se mira a su espejito sin parar, interrogándolo: ¿no soy acaso el más bonito?
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